Barrio Maldonado: por segunda vez en 10 días, robaron un comedor del padre Oberlin | Sucesos | La Voz del Interior

2022-10-08 03:00:14 By : Ms. Louise Zheng

Cuando fueron a arreglar los destrozos de 10 días atrás, descubrieron que habían les vuelto a ingresar. Esta vez le robaron los motores de las heladeras y las conexiones para las garrafas de gas. El lugar es monumento histórico, pero presenta un visible deterioro estructural y es vulnerable a los robos.

Un comedor de barrio Maldonado, que es parte de la obra del cura Mariano Oberlin, fue robado por segunda vez en 10 días. El martes 27 de septiembre, las voluntarias que trabajan en el lugar se encontraron con que el lugar había sido atacado por la noche y les habían desmantelado los baños que se habían acondicionado para el uso de los niños que concurren al lugar.

Este viernes, descubrieron que habían vuelto a entrar y les robaron los motores de una heladera y de un freezer que tenían alimentos. Hace una semana que no pueden realizar su tarea, y creen que este nuevo episodio es un tiro de gracia para el funcionamiento del lugar. Piden que las autoridades se comprometan con el acondicionamiento del edificio y brinden más medidas de seguridad.

Graciela Córdoba es licenciada en Trabajo social. Es la coordinadora de uno de los cuatro espacios que la Pastoral Social de Córdoba administra en sectores vulnerados de la ciudad. Hace 10 días, el comedor que administran en la bajada San José, en barrio Maldonado, fue robado y vandalizado. Los daños fueron tales que el comedor paralizó su actividad.

Aprovechando el feriado, Graciela fue esta mañana al lugar con la idea de trabajar en el reacondicionamiento del espacio y la realización de algunos arreglos, pero se dio con un panorama triste y desolador. Durante la semana en la que estuvo cerrado, el espacio había sido atacado nuevamente.

Esta vez ingresaron por lo techos. En una pared trasera del predio, los delincuentes fueron sacando algunos ladrillos para armar una suerte de escalera. Los daños en esta oportunidad fueron mayores y las voluntarias creen que, a pesar de la solidaridad de los vecinos, no podrán afrontar los arreglos para volver a funcionar.

“Nunca habíamos tenido ataques de esta dimensión, y duele que nadie sepa nada ni haya visto nada”, indicó Graciela, quien se dedica a elaborar proyectos sociocomunitarios y buscar fondos para llevarlos adelante.

El comedor está ubicado en el predio de la Parroquia Crucifixión del Señor (a metros del Cementerio San Vicente), en la periferia este de la ciudad de Córdoba. Allí, todos los días, 75 familias reciben 95 raciones de alimentos destinadas a niños y adultos mayores. También funciona un merendero y otras actividades de contención y prevención comunitaria, como talleres de oficios brindados por el Ministerio de Trabajo, y actividades deportivas y apoyo escolar, que lleva adelante la fundación Manresa.

“Cuando ocurrió el primer robo, nos reunimos con la comunidad, que reclamaba que el comedor no se cierre, pero la seguridad no solo la debe brindar la policía, sino toda la comunidad. Lamentablemente nadie vió nada”, indica una de las mujeres.

Graciela estaba acompañada por manzaneras del barrio, que trabajan en la articulación de las necesidades del sector con las autoridades municipales, así como en el acompañamiento de los agentes gubernamentales cuando llegan al sector.

Las mujeres conversan y comentan sobre el problema de las drogas en el lugar. Los elementos robados tienen un componente común, los metales que se revenden fácilmente. En la heladera y en unos armarios había alimentos, pero no fueron robados. Buscaron el aluminio y el cobre.

El edificio de la parroquia es de 1870 y se lo considera monumento histórico. Sin embargo, la estructura se ve deteriorada y abandonada. “Nos han donado pintura en varias oportunidades, y los vecinos y otros voluntarios se ofrecieron para hacer la tarea de pintura, pero las paredes son viejas y absorben mucha pintura, además de que están muy deterioradas”, comenta una de las voluntarias.

“Hace falta más que pintura, hace falta arreglos e insumos para poder hacer nuestra tarea. Hace 10 días nos robaron los sanitarios, ollas, cubiertos y vajilla. Esta vez vinieron por lo que faltaba. No contamos con los recursos para afrontar este tipo de situaciones, porque dependemos de un programa alimentario de Naciones Unidas que funciona hace más de 20 años, y el dinero es específicamente para alimentos. Los recursos para imprevistos son muy pocos, y no nos alcanzan para heladeras ni instalaciones de gas”, lamenta Graciela, con una voz que se entrecorta y un rostro invadido por la impotencia y la tristeza.

“Cada vez que hay elecciones, nos prometen ayudarnos. Este lugar ha sido declarado monumento histórico y patrimonio de la humanidad, porque es una construcción jesuita de 150 años. Pero con las declaraciones no solucionamos nada. Estamos solos para afrontar muchas necesidades que se hacen más profundas con la crisis económica y el avance de las drogas”, indica otra de las voluntarias presentes.

“Había conseguido donaciones para arreglar la parte que necesitaban arreglar y cerrar, y nos encontramos con esto. Ahora nos trasciende a nosotros, es imposible seguir”, dice Graciela, pero sus palabras no hablan solo del dinero.

Esta semana, el comedor no estuvo funcionando, y todo indica que, sin ayuda, el cierre continuará, Graciela no sabe hasta cuándo.

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