Samuel Correa, a la derecha, y Jaime Chávez montan sus caballos antes de presentarse ante una multitud en del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, Washington, el 15 de septiembre de 2022.
Juan Valencia prepara la silla de montar de su caballo bailarín en Sunnyside, el 15 de septiembre de 202
Los detalles de una silla de montar se ven en la parte trasera de un camión antes de la presentación de los caballos bailadores en un evento del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre de 2022.
Los niños acarician uno de los caballos bailarines en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, durante un evento del Mes de la Herencia Hispana, el 15 de septiembre de 2022.
Los detalles de la silla de montar y las botas de Samuel Correa se ven mientras está sentado sobre su caballo durante un evento del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre de 2022.
Jaime Chávez se presenta con su caballo bailarín para un evento de inauguración del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre.
Siluetas de jinetes bailando se ven contra la puesta de sol durante un evento del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre de 2022.
Samuel Correa, a la derecha, y Jaime Chávez montan sus caballos antes de presentarse ante una multitud en del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, Washington, el 15 de septiembre de 2022.
El adiestramiento para que los caballos bailen o galopen al compás de un ritmo es una antigua tradición mexicana, derivada de la equitación charra. Ha seguido a los inmigrantes mexicanos a donde van.
En Yakima, los caballos bailadores han sido protagonistas de desfiles, ferias y celebraciones durante décadas. Samuel Correa lleva más de 30 años entrenando y haciendo bailar a caballos. Mientras crecía, dijo, veía al mismo grupo de jinetes año tras año en diferentes desfiles por el condado de Yakima.
Juan Valencia prepara la silla de montar de su caballo bailarín en Sunnyside, el 15 de septiembre de 202
Cuando empezaron a envejecer, Samuel se dio cuenta de que no había nadie que ocupara su lugar. A los 20 años, decidió comprar un caballo y poner de su parte para mantener viva la tradición.
"Hace muchos, muchos años me compré un caballo cuarto de milla. Había visto en los desfiles que solo salían unos pocos jinetes, quizá seis o siete cada año en diferentes desfiles. Conseguí mi propio caballo y convencí a otros para que entrenaran a sus propios caballos. Pronto fuimos más jinetes los que aparecimos en los desfiles. Solo queríamos mantener la tradición", dijo Correa.
Con el paso de los años, explica Correa, se hicieron comunes las pequeñas reuniones en las que los jinetes y sus familias se reunían en el rancho de un amigo y participaban en el baile de caballos mientras sus familias compartían comida, conversación, música y mucho más.
Los detalles de una silla de montar se ven en la parte trasera de un camión antes de la presentación de los caballos bailadores en un evento del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre de 2022.
Para Correa y sus amigos, bailar con caballos se convirtió en algo más que un pasatiempo o una tradición anual. Al mismo tiempo, su dedicación para mantener viva la tradición dio sus frutos.
Alrededor de una década después de empezar a bailar con los caballos, Correa empezó a participar en la planificación y organización de desfiles en los que participaban los caballos.
"Con el paso de los años, me uní a las personas encargadas de planificar que los caballos aparecieran en los desfiles en Sunnyside, y ahora llevo 20 años ayudando", dijo Correa. "En ese tiempo, he podido ver crecer el interés y el disfrute por los caballos bailadores".
Los niños acarician uno de los caballos bailarines en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, durante un evento del Mes de la Herencia Hispana, el 15 de septiembre de 2022.
Aunque existen bailadores profesionales de caballos (piense en algo parecido a la doma olímpica), Correa se considera más bien un aficionado. Aun así, conoce a fondo la historia del baile de caballos.
Antes de su época, dice Correa, los caballos que se usaban para bailar también se empleaban para trabajar en el campo o para pastorear el ganado. Los mustangs, los caballos cuarto de milla y los criollos, entre otras razas resistentes, se usaban para bailar.
Los detalles de la silla de montar y las botas de Samuel Correa se ven mientras está sentado sobre su caballo durante un evento del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre de 2022.
"En realidad no eran caballos apropiados para bailar. Lo que buscamos ahora en un caballo es elegancia y presencia", dice Correa.
En la década de los 70, se generalizó el uso de caballos andaluces y frisones, ambos valorados por su presencia regia gracias a su estatura, pelaje satinado y crines largas y fluidas. Para mucha gente, dice Correa, esos caballos eran demasiado caros. Esto llevó a la cruza de caballos cuarto de milla con andaluces y frisones para obtener caballos de buen aspecto por menos dinero.
Jaime Chávez se presenta con su caballo bailarín para un evento de inauguración del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre.
Como en toda tradición cultural, el baile de los caballos tiene un componente de gracia y arte.
Para montar estos hermosos caballos, que a veces lucen intrincados diseños de trenzas en sus crines y colas, los jinetes y su equipo también deben estar a la altura. Desde las riendas hasta las sillas de montar, pasando por las espuelas (usadas principalmente como decoración) y la ropa, todo lo que rodea a un caballo bailador y a su jinete debe ser un reflejo de la belleza de la tradición.
Siluetas de jinetes bailando se ven contra la puesta de sol durante un evento del Mes de la Herencia Hispana en la Escuela Secundaria Harrison en Sunnyside, el 15 de septiembre de 2022.
Correa lo consigue vistiendo su traje de charro siempre que sale a bailar a caballo. Además, también equipa a su caballo con una silla de montar limpia y pulida.
Las sillas de montar de los caballos bailadores se fabrican tradicionalmente en México, en estados como Michoacán. Llevan intrincados diseños hechos de plata y oro y otros metales. A veces pueden costar más de 2000 dólares.
"La tradición de tener un caballo bailador viene de la gente que nos precedió, viene de nuestros mayores. Me siento muy orgulloso de participar en la tradición. Siempre que salgo en público con los caballos, llevo mi traje de charro, que representa mi patria, mis orígenes", dice Correa.
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